martes, 11 de junio de 2013

¿Me cuentas un cuento?

¿Quieres que te cuente un cuento?

Así comencé la última conversación que tuve contigo. Quería corresponderte. Había escuchado esa frase tantas veces… Te conté la historia de tu vida. Esa historia que tantas veces había escuchado de tu boca. Esa infancia en Sevilla, esa adolescencia difícil. Siempre ponías la misma sonrisa cuando recordabas cómo te cortejaba aquél chico. Ese chico que fue tu marido durante tantos años. Y los hijos, los nietos… Una larga historia.

Cada día, cada tarde a tu lado, los dos arropados con la manta que cubría la mesa de camilla, me contabas un capítulo de tu vida. Pensabas que me iba a sorprender, esperabas ilusión y sorpresa al confesar tus intimidades. Nunca fui capaz de desilusionarte. Me hacía el sorprendido. ¿Qué me costaba a mí? Ese simple detalle, era felicidad en tu rostro.

Así que, un día tras otro, era un volver a empezar. Llegó un día en que dejaste de contarme tu historia. Ese día, tomé una decisión. Iba a ser yo quien te la recordara. Ahora sí, yo hablaba de tu infancia, de tu adolescencia, de tus primeros encuentros con tu futuro marido, tus hijos, tus nietos… No importaba que siempre fuera el mismo capítulo. Siempre te sorprendías. Me mirabas con curiosidad. Con sorpresa. A veces, ni si quiera te podías creer algunas cosas. Pensabas que te tomaba el pelo. Ya no estábamos acurrucados en frente de la mesa camilla. Ahora yo me sentaba cerquita de tu cama. Muy cerquita. Y te agarraba la mano.

Hoy te he contado el último capítulo de tu vida. Es uno muy alegre. ¿Te acuerdas? No me querías creer. Así que te lo cuento otra vez. Al final, has decidido viajar. Anoche preparaste la maleta. Metiste un poquito de todo. Porque no sabes si hará frío o calor. Siempre hay que ir prevenido. Dejaste la cama hecha, la casa recogida. Todo en orden y en paz. Cerraste la puerta con cuidado, para no molestar y comenzaste tu camino. Tu nuevo camino.

Yo, desde aquí, desde la sillita que está frente a tu cama, te cuento este cuento. Para cuando puedas escucharlo. Disfruta de este viaje. Algún día, volveremos a estar cerquita el uno del otro, y me contarás todas estas nuevas aventuras que seguro “vivirás”. 

martes, 12 de marzo de 2013

SER MAYOR Y FELIZ

Vamos a hablar de felicidad. ¿Son las personas mayores felices? ¿Cómo pueden llegar a serlo? Dice un estudio que los mayores son más felices cuando lo han sido de jóvenes.

Si has disfrutado de una vida feliz, después de los 65 años serás más feliz. Esto según un estudio de la Universidad de Granada que ha sido publicado en la revista Journal of Happiness Studies. Además, señalan que aquellos mayores que no padecen depresión, tienen apoyo familiar, niveles bajos de estrés y y presentan un “correcto funcionamiento cotidiano”. Están más satisfechos con su vida al final de ésta que los demás.  

Los investigadores de la Universidad de Granda han apuntado que ser feliz de joven facilita que ese sentimiento se mantenga a lo largo de la vida. Para hacer este estudio, han explorado la felicidad actual y la pasada de hombres y mujeres mayores de 65 años, con diferentes características personales y sociodemográficas.

En el estudio participaron de forma voluntaria 154 adultos mayores con edades comprendidas entre los 65 y 96 años, que vivían de diferente forma. La mitad eran mujeres y elc35,7% estaban institucionalizados en residencias. El 64,3%  vivía en su hogar. Sólo o con familia.

La autora principal del estudio, Débora Godoy Izquierdo, ha destacado que los mayores que han participado afirmaron ser “significativamente menos felices ahora que en el pasado”. No difirió la felicidad con respecto a mayores que viven en casa o en residencias. Lo único que los mayores no institucionalizados informaron de una mayor autoeficiencia, más actividades realizadas durante el último mes y más contacto familiar. Mientras que los institucionalizados presentaban mejor salud y menor incidencia de problemas de ansiedad.

Los investigadores señalan que es bueno conocer estos datos para poder
“desarrollar intervenciones dirigidas a la promoción del bienestar subjetivo en las personas mayores, dado que, en comparación con anteriores períodos de la vida, la felicidad puede verse reducida en la adultez tardía”.