Cada mañana te espero. En silencio. Apenas me atrevo a
respirar… No espero que sientas nada extraño. Te veo y me gustaría escapar pero
son mis pies los que se aferran al suelo, mi cuerpo se resiste a dejar pasar
otra oportunidad. Es entonces cuando siento que puedes escuchar mi propio deseo.
Los minutos se alargan mientras repaso con esmero cada una
de las cuentas de mi alegre collar. Intento parecer distraída. Busco aparentar que
no he notado tu presencia. Y es entonces cuando te vas. La sala de espera se
torna más fría si cabe. Mi corazón se apaga y emigran las mariposas que jugaban
dentro de mí. De repente, puedo volver a respirar.
¿Es amor lo que siento? Sueño y anhelo. Y cuando sueño
recupero la sonrisa que la vida me robó. Sin querer, despertaste en mí un deseo
que a duras penas consigo ocultar. Dame una oportunidad. Déjate besar.
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