viernes, 1 de agosto de 2014

GRACIAS


Llegaste así, casi por sorpresa. Tu dulce mirada me produjo un tremendo escalofrío. No fue pasión lo que sentí en aquél momento. Tampoco se trataba de una atracción sexual. Más bien fue ternura. Te sentí frágil, introvertida, inocente… Pero llena de bondad y dulzura. Mientras otros disfrazan con edulcorante esa actitud, a ti te nacía de dentro. Esa sensación te hacía parecer muy bella. Resplandeciente.

Tras unos segundos que me parecieron minutos, regresé a la tierra. Entonces vi que también sonreías y me dabas las gracias. ¿Por qué? ¿Qué habría hecho yo para merecer tan bella palabra que sonaba armoniosa al pronunciar tus labios? Gracias. Gracias a ti por aparecer en mi vida. Por sonreírme, por mirarme, por hablarme. Por ser yo la persona elegida para responderte esa pregunta. Una pregunta que motivó ese primer cruce de miradas.

Han pasado más de 40 años pero tú sigues ahí. Tan bella como siempre. No has perdido tu dulce mirada. Me admira la capacidad que tienes para seguir mirándome así. Cada día, desde aquél instante, doy gracias a un gracias que cambió nuestras vidas.

No hay comentarios: